Lola, no se me ocurre mejor manera de saber que ha llegado la hora de irse que oir a las chicharras dejar de cantar. Mientras tanto, mientras tengamos permiso para seguir, tampoco se me ocurre mejor manera de saber que hay que vivir que oir su chirrido frenético y caliente.
(Lola escribe una poesía que a mí me resuena en el ADN, por pura coincidencia geográfica. Me ha pedido que le ilustre una de ellas y estoy encantada. Pronto editada, o eso esperamos todas.)
jueves, 30 de diciembre de 2010
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