La
obra que presento a la convocatoria de El Venadito es un
dibujo en el que aparecen representados unos pies humanos
empaquetados y etiquetados como la carne que se puede comprar en los
supermercados. Con ello no pretendo necesariamente hacer un
llamamiento al veganismo, ya que éste puede ser un tema complicado
por muy diversos motivos que van desde los económicos a los
fisiológicos. Lo que sí pretendo con esta imagen es llamar la
atención de quien la vea sobre la manera en la que,
sistemáticamente, “cosificamos” a los animales. En una etiqueta
vemos su peso, su código de barras, su fecha de caducidad y su
precio. No queda nada de lo que el animal fue como ser vivo. Pero
cuando, en lugar de los pies de un cerdo, vemos los de una persona,
esa “cosificación” se pone de manifiesto. El dibujo puede
resultar desagradable, casi insultante. Ése es el objetivo. Si
existiera una hipotética especie superior a nosotros, ésta podría
verse con el mismo derecho a utilizarnos de la manera en que nosotros
los hacemos con los animales de granja. Bajo esa luz, las cosas se
ven diferentes.
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