Mi tótem, este perro con alas que tengo al lado hace unos seis o siete años. Me gusta verlo. Con sus pelos, su olor a perro, sus costumbres de perro, sus cuatro patas en la tierra, y sus alas, por si acaso. Tan necesarias como el hocico que mete en cualquier (insisto, cualquier) agujero. Me salió de la plancha en un curso de fotograbado y hasta ahora sigue pareciéndome buena compañía: después de eso lo he dibujado, lo he bordado, lo he pintado, lo he hecho en una pequeña escultura, le he puesto su nombre a una marca de ropa, a una web y a este blog, y está en mis tarjetas. Me lo he llevado a cuanta feria, exposición o sesión de fotos hubiera, y ahora caigo en que nunca lo había enseñado aquí.
Pues aquí está, un post enterito para mi alter ego. ¡Salud, perro!
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