No sé por qué no había enseñado antes esta pareja de esculturas que hice hace años (no las hice sola, mi padre me ayudó a colocarlas en las bases), pero la verdad es que me acompañan desde entonces, y me acompañan mucho.
Son las dos partes de la bisagra de una puerta viejísima, pero a mí me parecen dos personajes desde que las vi: uno está quieto, es sensato, se repliega sobre sí mismo; el otro corre hacia ninguna parte, con un capirucho al viento. Son una especie de ying y yang de estar por (mi) casa.
domingo, 27 de noviembre de 2011
jueves, 17 de noviembre de 2011
El perro vuela en Threadless (ahora sí!)
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expos
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