

Éste es el último jardín (nunca mejor dicho) en el que me he metido: pintar un mural en la pared de un salón. Al principio, un poco de vértigo. Una vez metida en faena, pura diversión. Al final, resaca. Habérselo pasado tan rematadamente bien_ y sin necesitar a nadie ni a nada para hacerlo_ también tenía que tener su precio. Te echo de menos, arbolito.